Los Juegos Píticos se celebraban cada cuatro años durante el mes de bucatios (agosto-septiembre) y los vencedores recibían como recompensa una corona de laurel y como privilegio el derecho a colocar su estatua en el interior del recinto sagrado de Delfos. Sin embargo, esto no fue siempre así. Originalmente, los Juegos Píticos no contaban con competiciones deportivas sino que tan sólo se limitaban a la interpretación de himnos destinados a celebrar las hazañas del dios. Tampoco su periodicidad era cuatrienal sino que las celebraciones tenían lugar cada ocho años, en recuerdo de ese período de tiempo que Apolo pasó purificándose en el Valle del Tempe.
Cuando un griego no era ritualmente puro, sobre todo con motivo de haber provocado una muerte (como en este caso, en que Apolo había dado muerte a Pitón), era expulsado de los santuarios, del ágora y de los lugares en los que se desarrollaban las asambleas, puesto que su impureza contaminaba a los demás. Para resarcirse de ello, debía iniciar un proceso de purificación que condujera a la pronta expiación de sus faltas pues, de lo contrario, la cólera divina se abatiría sobre la ciudad manifestándose en forma de sequía, esterilidad, nacimientos monstruosos, epidemias y otras calamidades. Para conjurar tamaños desastres, las ciudades afectadas enviaban una delegación a Delfos pidiendo a Apolo que prescribiera las medidas purificadoras capaces de restablecer la armonía entre la comunidad y los dioses. De esta manera, Apolo les proporcionaba el diagnóstico y los remedios para conjurarlo, generalmente consistentes en el exilio del impuro y el sometimiento del mismo a la realización de una servidumbre temporal (“latreia”), habitualmente a las órdenes del gobernante de la ciudad que le había ofrecido hospitalidad. Aquellos que, como Apolo, iban a purificarse al valle del Tempe, volvían coronados y portando una rama de laurel, lo cual es interpretado por algunos mitógrafos como la razón de que las coronas con que se premiaba a los vencedores de los Juegos Píticos fueran hechas con hojas de este árbol.
Cuando un griego no era ritualmente puro, sobre todo con motivo de haber provocado una muerte (como en este caso, en que Apolo había dado muerte a Pitón), era expulsado de los santuarios, del ágora y de los lugares en los que se desarrollaban las asambleas, puesto que su impureza contaminaba a los demás. Para resarcirse de ello, debía iniciar un proceso de purificación que condujera a la pronta expiación de sus faltas pues, de lo contrario, la cólera divina se abatiría sobre la ciudad manifestándose en forma de sequía, esterilidad, nacimientos monstruosos, epidemias y otras calamidades. Para conjurar tamaños desastres, las ciudades afectadas enviaban una delegación a Delfos pidiendo a Apolo que prescribiera las medidas purificadoras capaces de restablecer la armonía entre la comunidad y los dioses. De esta manera, Apolo les proporcionaba el diagnóstico y los remedios para conjurarlo, generalmente consistentes en el exilio del impuro y el sometimiento del mismo a la realización de una servidumbre temporal (“latreia”), habitualmente a las órdenes del gobernante de la ciudad que le había ofrecido hospitalidad. Aquellos que, como Apolo, iban a purificarse al valle del Tempe, volvían coronados y portando una rama de laurel, lo cual es interpretado por algunos mitógrafos como la razón de que las coronas con que se premiaba a los vencedores de los Juegos Píticos fueran hechas con hojas de este árbol.
El concurso musical que en épocas arcaicas constituía la única manifestación agonística de los juegos de Delfos era acompañado por una especie de drama sagrado denominado “stepterion”, del que nos cuenta Plutarco [1] consistía en una representación mímica del combate librado por Apolo contra Pitón. Posteriormente, el programa se amplió hasta incluir, además del agón musical, competiciones atléticas e hípicas de todo tipo, y se estableció la periodicidad cuatrienal del mismo modo a como estaba ya establecida en Olimpia [2].
En síntesis, la programación de los Juegos Píticos era la siguiente:
En síntesis, la programación de los Juegos Píticos era la siguiente:
PRIMER DÍA
Tenía lugar la celebración del “stepterion”.
SEGUNDO DÍA
Se celebraba una solemne procesión en la que participaban los sacerdotes del templo, los delegados de las ciudades participantes y los atletas. Esta procesión, auténtica feria de las vanidades debido a la pompa y el boato con el que rivalizaban las delegaciones, comenzaba en la plaza de Hera situada frente al Tesoro de los Atenienses [3] y, discurriendo por la Vía Sacra, concluía ante el Altar de Quíos [4], en donde tenía lugar el sacrificio ritual de cien toros conocido como “hecatombe” ( hekaton = cien, tomboi = toros ), cuyo recuerdo permanece en la actualidad en nuestra lengua cuando aludimos con esta denominación a un suceso que provoca una gran destrucción o una gran mortandad, rememorando así los hekatontomboi o cien toros sacrificados en el altar de Quíos durante el segundo día de celebración de los Juegos Píticos.
[1] Plutarco llegó a ser sacerdote del templo de Delfos.
[2] Los otros dos juegos panhelénicos, Ístmicos y Nemeos, tenían una periodicidad bienal.
[3] Los “tesoros” eran construcciones a modo de templetes que, situados en el interior del recinto sagrado, albergaban las sucesivas donaciones que las distintas ciudades iban haciendo al santuario de Apolo.
[4] Quíos era una de las más grandes y ricas islas del Egeo.
[1] Plutarco llegó a ser sacerdote del templo de Delfos.
[2] Los otros dos juegos panhelénicos, Ístmicos y Nemeos, tenían una periodicidad bienal.
[3] Los “tesoros” eran construcciones a modo de templetes que, situados en el interior del recinto sagrado, albergaban las sucesivas donaciones que las distintas ciudades iban haciendo al santuario de Apolo.
[4] Quíos era una de las más grandes y ricas islas del Egeo.
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