Cuando en el año 480 a.C., los ejércitos persas al mando de su emperador Jerjes amenazaban con la invasión de Grecia, los atenienses enviaron emisarios al oráculo de Delfos con el fin de preguntar al dios cual sería la mejor manera de enfrentarse a tan poderosa amenaza. Los sacerdotes délficos, interpretando las palabras de la pitia Aristónice, emitieron un oráculo desesperado, convencidos del carácter invencible de los ejércitos persas:
“¡¡Oh, infortunados!!
Huid hasta los confines de la tierra,
abandonad las altas colinas de la ciudad,
pues cabeza y cuerpo, manos y pies,
nada de lo que haya en medio sobrevivirá.
¡¡Llega la muerte!! El fuego subido en un carro persa
lo arrasará todo.
Arrasará también otras fortalezas,
quemará otros santuarios.
Los templos se tambalearán,
de sus muros emana un sudor frío,
de sus tejados gotea una sangre negra.
¡¡Huid, huid!! ¡¡No permanezcáis aquí!!
¡¡Protegeos tras muros de madera!!”
Ante estas palabras, los atenienses se reunieron en tumultuosa asamblea a fin de interpretar lo que había querido decir el dios con sus últimas palabras: “¡¡Protegeos tras muros de madera!!”. Unos interpretaron que el muro de madera hacía alusión a los zarzales que rodeaban desde siempre a la Acrópolis formando una muralla impenetrable, de tal manera que estimaron como solución el retirarse a aquel lugar para defender la parte alta de la ciudad. De hecho, algunos así lo hicieron, pero, pese al heroísmo con que se batieron, fueron aniquilados por las tropas persas y Atenas fue sometida a saqueo.
“¡¡Oh, infortunados!!
Huid hasta los confines de la tierra,
abandonad las altas colinas de la ciudad,
pues cabeza y cuerpo, manos y pies,
nada de lo que haya en medio sobrevivirá.
¡¡Llega la muerte!! El fuego subido en un carro persa
lo arrasará todo.
Arrasará también otras fortalezas,
quemará otros santuarios.
Los templos se tambalearán,
de sus muros emana un sudor frío,
de sus tejados gotea una sangre negra.
¡¡Huid, huid!! ¡¡No permanezcáis aquí!!
¡¡Protegeos tras muros de madera!!”
Ante estas palabras, los atenienses se reunieron en tumultuosa asamblea a fin de interpretar lo que había querido decir el dios con sus últimas palabras: “¡¡Protegeos tras muros de madera!!”. Unos interpretaron que el muro de madera hacía alusión a los zarzales que rodeaban desde siempre a la Acrópolis formando una muralla impenetrable, de tal manera que estimaron como solución el retirarse a aquel lugar para defender la parte alta de la ciudad. De hecho, algunos así lo hicieron, pero, pese al heroísmo con que se batieron, fueron aniquilados por las tropas persas y Atenas fue sometida a saqueo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario